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La abeja, clave de la supervivencia humana

Por: Patricia Olivares

 

 

Con tan sólo 1.5 centímetros de tamaño y 5 años de vida promedio, las abejas son las principales polinizadoras del planeta, han habitado la Tierra desde hace más de 30 millones de años y cumplen la función esencial del equilibrio de la naturaleza, pues contribuyen a la seguridad alimentaria y nutrición del ser humano, la supervivencia de especies y la conservación de la biodiversidad.

 

A pesar de que se conocen más de 20,000 subespecies distintas de abeja divididas en 7 familias reconocidas, y habita todos los contenientes excepto en la Antártida, su población ha disminuído tanto que corre el peligro de extinguirse, a causa de los efectos de la actividad humana. Por ello, el Día Mundial de las Abejas cobra vital relevancia, para tomar acciones que determinarán el futuro del planeta, de la humanidad, de la vida misma.

 

Antonio Trujillo Gómez, Promotor de apicultura de Amextra desde hace más de 8 años, ha implementado un trabajo conciente con las abejas -desde la apicultura agroecológica– para protegerlas y aumentar su población, y también, para ayudar a las personas de las comunidades en alta marginación con la producción de miel.

 

“Hay que crear conciencia para el cuidado de las abejas y otros polinizadores, porque hoy en día se enfrentan con muchas amenazas como: el alto uso de agroquímicos y pesticidas muy letales que acaban con la vida de estos seres vivos y, además, contaminan los mantos acuíferos; y para finalizar, la tala inmoderada de bosques”.

 

La polinización es un proceso esencial para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres. Así, casi el 90% de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse; el 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización y el 35% de las tierras agrícolas mundiales. Por ello, dependemos de la supervivencia de las abejas.

 

Antonio recuerda que, cuando tenía 6 años de edad tuvo su primera experiencia de ir a cosechar miel, porque su papá tenía 8 colmenas. 

 

“Mi padre lo hacía de manera rústica, tradicional; ya que no tenía ningún manejo técnico. Incluso me puso una morraleta en la cabeza para cubrir mi rostro; las abejas me picaron en los brazos y espalda, pues se pusieron a la defensiva, pero aún así me siguieron llamando la atención las abejas. ¡Más cuando las miraba pecoreando en las flores!”

 

A raíz de esta vivencia, fue que continuó estudiando y documentándose en el trabajo y cuidado de las abejas. A los 22 años de edad comenzó a especializarse con cursos enfocados en las buenas prácticas pecuarias en cosecha de miel; y actualmente, ha logrado capacitar y transmitir su pasión en la apicultura a mujeres y hombres de las comunidades, para que transmitan el conocimiento y ¡se conviertan en apicultores y promotores de transformación! 

 

“En Amextra se dan visitas de monitoreo directamente a las unidades de producción, para dar recomendaciones de manejo a los apicultores; a quienes se les ha otorgado árboles maderables en las campañas de reforestación, gracias a Fundación ADO, Immanuel Lutheran Church y Linda Vista Foundation”.

 

Así, Amextra contribuye al cuidado de las abejas desde el programa de Medio Ambiente, en el apiario del Centro Agroecológico Pej’pem y las comunidades de Ocosingo y Palenque, con acciones diversas que tienen el objetivo de sensibilizar, informar, concientizar, capacitar y replicar lo aprendido en la comunidad, en las parcelas de las y los beneficiarios, para contribuir en el equilibrio de la biodiversidad y en la economía familiar.

 

Hace 6 años, Antonio impartió un taller de capacitación en el Centro Agroecológico Pej’pem a un grupo de huleros, pertenecientes a la localidad de Nueva Esperanza, 2da sección, Municipio de Palenque; porque tenían mucho interés en trabajar con las abejas, pero no conocían nada sobre el tema. Al finalizar, le dijeron que no tenían dinero, pero sí terrenos para la plantación de hule y otras especies de flores nativas de la comunidad. 

 

 

“Entonces le dije, ubiquen enjambres silvestres y llegaré a enseñarles, para atraparlas y a cuidarlas; y así fue, a los 15 días me avisaron que ya habían ubicado 3 enjambres. Les apoyé atrapando uno y los demás los hicieron ellos. 

 

En el transcurso de 5 meses, ellos ya habían atrapado como 15 colonias,  y  con el pasar de los meses, las colonias se fortalecieron hasta que llegó el día de cosecha. Ellos pensaban que no se cosecharía más de 10 o 15 kilos. Yo les dije, va a salir más cosecha, y en la primera extracción se cosechó alrededor de 140 kg de miel.

 

¡Esos hombres estaban súper emocionados! Y de ahí siguieron adelante, actualmente el colectivo tiene un inventario de 59 colmenas y han llegado a cosechar 1,460 litros de miel. ¡Dos de ellos se han convertido en promotores locales!, porque han compartido sus conocimientos haciendo ¡nuevos apicultores en su región!»

 

Finalmente, si quieres ayudar a las abejas o auxiliarlas al identificar un enjambre:

 “No traten de acercarse, ni molestarlas sin equipo adecuado de protección. Si ven a un enjambre posicionado en algún lugar -ya que la abeja por naturaleza se defiende- llamen a un experto o algún apicultor que esté cerca de la zona para su rescate y ofrecer mejores condiciones de cuidado y supervivencia de las abejas”.

Además, respetemos a uno de los insectos más antiguos de la Tierra. No mates a las abejas: “la abeja se aleja, si en paz la dejas”. Convivamos y protejamos a las abejas para reconstruir el futuro de nuestro planeta, tras la crisis de la pandemia por COVID-19 ¡Tenemos mucho por hacer! 

Si te interesa ayudar o tomar alguna capacitación en apicultura, trabajo con las abejas o cuidado del medio ambiente da clic aquí o contáctanos.

 

 

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