Por: Patricia Olivares
Dentro del marco del Día Internacional de la Convivencia en Paz, en Amextra presentamos el modelo de Valores para la Noviolencia, que lleva más de 20 años de aplicación en comunidades de alta marginación en México; y que gracias a su implementación hemos podido disminuir la violencia en la convivencia de niñas, niños y adolescentes en entornos escolares, pero también de docentes, madres y padres de familia.
Verónica Vera Jiménez, miembro de la Mesa Directiva de AMEXTRA y Asesora en Amextra Consultores, quien actualmente coordina el proyecto de prevención de la violencia en comunidades tzeltales en Ocosingo (Práctica Narrativa Comunitaria), nos explica la experiencia de creación y sistematización de este modelo.
El programa de Valores para la Noviolencia surge ante la necesidad de abordar la violencia que se generaba en las niñas y los niños del Centro Infantil de Ajusco Medio, porque se comenzó a detectar en el ámbito escolar, algunas situaciones de violencia y abuso sexual.
El caso de 3 niñas que sufrieron abuso sexual por su padre, en donde la madre negaba tal acto, abrió un paradigma de intervención de Amextra en las comunidades en donde servía; pues si se procedía legalmente, la madre sería encarcelada y, en consecuencia, la niña de 11 años que estaba denunciando, para proteger a sus hermanas de 8 y 5 años de edad, también lo negaría para no perjudicar a su madre.
Otro caso que marcó precedente para este modelo fue el de una niña que era abusada sexualmente por su profesor de la escuela primaria; esta pequeña era atendida en el centro educativo de la iglesia anabautista de la zona, con quienes trabajábamos en conjunto por su programa educativo.
“Era una situación muy grave porque eran niños que estaban en un solo grupo, y era algo aberrante, cómo este profesor delante de todo el grupo abusaba de la pequeña. Se trató de denunciar, tuvimos amenazas [y ante la falta de apoyo de madres y padres de familia, autoridades escolares y la propia comunidad] una de las asesoras de la fiscalía nos dijo: rescaten a la familia. Entonces, fue ahí cuando nosotros nos empezamos a cuestionar, ¿cómo rescatamos esta situación?”
La primera estrategia fue formar promotoras para que trabajaran con “grupos de apoyo”, para madres y padres de familia, porque cuando se entrevistó a las madres de las niñas o los niños que fueron abusados y maltratados, se pudo visualizar que también tenían una historia de violencia. En un inicio, el 60% de infantes que tenían un problema educativo, también tenían una situación de violencia en la casa o en la escuela.
Posteriormente, las personas que participaban en los programas educativos de AMEXTRA y de la iglesia comenzaron a formarse en temas sobre Derechos Humanos y prevención del abuso y maltrato. Con ello, pudieron identificar las oportunidades y los recursos con los que contaban como comunidad y, “vimos que las escuelas eran un buen escenario para trabajar la parte de la prevención”.
Por generaciones el maltrato y la violencia se ha normalizado para disciplinar a las niñas y los niños, para educarlos, porque “la violencia es aprendida y por eso es que debemos re-aprender cómo enfrentar el conflicto y cómo relacionarnos”. Así, inspirados en el modelo Capacidades y competencias para la noviolencia desarrollado por Greta Papadimitriou Cámara y Sinú Romo Reza de la Universidad de Zacatecas; y el trabajo de las escuelas para la paz y valores para la noviolencia, en Amextra comenzaron a construir -un grupo de voluntarios que trabajaban en escuelas primarias y secundarias- un nuevo modelo de intervención.
El modelo de Valores para la Noviolencia dura 3 años consecutivos y se enfoca en el trabajo con niñas y niños de la escuela primaria de cuarto año, que luego pasan a quinto y concluyen en sexto año su educación básica. La intención es re-aprender maneras diferentes de cómo enfrentar un conflicto.
“El conflicto es algo natural, innato en el ser humano y todos los días estamos ante el conflicto. No es que una persona buena no debe tener conflictos, más bien, es la manera en la que los enfrentamos, que puede ser algo violento o una manera de transformarlo, de ganar todos, de solucionarlo o enfrentarlo”.
Durante 3 años se adquieren habilidades valiosas para enfrentar el conflicto; el primer módulo consiste en trabajar las habilidades para fortalecer mi yo; en el segundo consiste en la construcción del nosotros; y en el tercero, ya tenemos a mediadores escolares que ayudan a la transformación de los conflictos entre los mismos. Por ello, se forma un comité de madres y padres de familia, profesores y estudiantes, para que, cuando sucede un conflicto se aborde el caso en el comité y haya una mediación.
En este proceso se acompaña a las y los docentes que imparten el modelo con sesiones socio-afectivas, donde se genera una introspección de la problemática, después cómo generar una respuesta de forma diferente y llegar a la resolución de un conflicto no violento. Posteriormente se analiza lo aprendido y se dejan tareas para aplicar en la vida cotidiana.
“Es recomendable que los profesores lo trabajen en la materia de Cívica y Ética, porque empata bastante bien con los temas que ellos tienen, se les dan materiales, y es sencillo llevar la sesión. Es necesaria una sesión mínima a la semana y que se refuerce con ejercicios durante el resto de los días [y finalmente] se realice un cierre de actividades de las habilidades y los valores que se estuvieron trabajando durante todo el ciclo”.
Este modelo se ha implementado en comunidades urbanas en el Estado de México, Lomas de San Isidro y Tultitlán, y en comunidades rurales en Guerrero y Chiapas. Además, “se adaptó para el trabajo en iglesias evangélicas donde tienen escuelitas dominicales. Se preparó a un grupo de profesores que lo pueden llevar durante 3 meses y varios pastores lo han adaptado a sus iglesias”. Por lo que es replicable y se adaptada según el contexto.
El término de Noviolencia que promueve Amextra tiene su origen con Gandhi y el Sermón de la Montaña, pero consiste más en “tener una filosofía de vida, donde se promueven procesos de bienestar para todos, de justicia, derechos de los más vulnerables, apoyar y que se escuche la voz de los nos escuchamos. Un trabajo que tiene que ver con la justicia social y económica, donde el poder sea simétrico”.
En Amextra, dentro de su filosofía, se manejan valores cristianos y por ello, “una de las cuestiones que enfatiza Jesús es sus enseñanzas tiene que ver con estas características en la construcción de un bien común, donde haya justicia, una actitud de misericordia y de respeto hacia las demás personas. Que es vivir en la cotidianeidad, poder denunciar, pero también trabajar en nosotros mismos, estos aspectos que a veces no vemos, pero que tenemos: cómo usamos nuestro poder, cómo ejercemos nuestra autoridad, cómo nos relacionamos con las personas más vulnerables, y cómo a veces nosotros generamos violencia y momentos injustos, generamos injusticias en nuestras relaciones y posiciones”.
Una de las peculiaridades de este modelo es que con la metodología socio-afectiva, se ayuda a que el cerebro empiece a tener otros caminos de respuesta, un cambio de conducta que también es neuronal. “No se trata de generar culpas, sino de cómo cambiarlo y re-aprender, por ello, otros modelos pierden su eficacia en la práctica”.
Para Amextra hablar de Noviolencia es prepararse para el conflicto, no evitarlo, es decir, la provención: “cómo me voy a preparar a responder de una manera diferente al conflicto de como yo me enfrentaba o de como yo he aprendido a responder al conflicto”. Y ante el contexto que vivimos actualmente tras la pandemia por COVID-19 la formación de Valores para la Noviolencia, es fundamental para reconstruir nuestra sociedad.
“Tenemos que concientizarnos que la violencia nos afecta como sociedad, nos enferma. Podemos cambiar, reaprender maneras diferentes de convivencia, y construir espacios familiares y comunitarios, de respeto y donde podamos desarrollar al máximo nuestro potencial”.
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